jueves, 23 de enero de 2014

NO SE TERMINA HASTA QUE SE TERMINA

“Los kilómetros tienen todos los elementos del drama” 
Sir Roger Bannister

Toda carrera supone un desafío. Un objetivo, un plan, un procedimiento, un resultado. ¿Pero cómo medir éxito o fracaso?


Hace poco mas de 1 mes corrí la peor carrera de mi vida. No fue una maratón. Tampoco fue una ultramaratón. Menos, una carrera de montaña. Fueron los 12k mas duros que jamás imaginé que me iban a tocar correr.

No fue por la distancia, ni por falta de estado o preparación, ni por alguna contingencia gastrointestinal (como se mencionara en otra entrada anterior). Fueron mas de 35º C de sensación térmica, combinados con la excesiva humedad, resultando a la postre en devastación mental, desolación y ganas de renunciar. ¿Acaso había subestimado la distancia? ¿Valía la pena seguir, aunque sea arrastrándome?

A medida que la carrera transcurría, las fuerzas me abandonaban, las pulsaciones se disparaban y la incertidumbre crecía.  Mi amigo Rodolfo había -inexplicablemente- volado, siendo imposible mantener el ritmo de 5'/k propuestos para "cerrar el año con todo" (?). El estaba preparando El Cruce Tandilia y yo, digamos que yo solo venía con la entereza física y mental de haber terminado mi primer maratón. 

No me quedaban muchas excusas para seguir adelante. Estaba exhausto. Al promediar la carrera me había, literalmente, apagado. Toda mi energía estaba enfocada en no desfallecer, ya que el calor era abrasador y, para ser las 9:00 am, el sol nos regalaba lo mejor de sus UV. Era el presagio de una carrera abortada.

La carrera llegó a su final. Sin PB, la única satisfacción fue haber terminado de una vez esos duros 12k, con el impasse que me permití en la Bombonera, de caminarla de punta a punta (sirvió para reponerme mentalmente y recuperar aire), y así llegar hasta el final, sabiendo que, si bien no se pudo dar el resultado, se había dejado todo. Eso, era un éxito.

Siempre habrá revancha.






1 comentario:

  1. Corrí la misma carrera tuve la misma sensación, la sufrí un montón. Especialmente el tramo del medio, bordeando el Riachuelo. Pero no fui la única, creo que nunca vi tanta gente caminando en una carrera. Pero me quedo con tu última frase: siempre habrá revancha

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