domingo, 4 de mayo de 2014

EL MARATÓN

"Terminar un Maratón
no es un asunto de suerte"
- Dean Karnazes -

El Maratón no se trata de correr, se trata de salvación. Pasamos tanto tiempo de nuestras vidas dudando de nosotros mismos, pensando que no somos lo suficientemente buenos o lo suficientemente fuertes, que no estamos hechos de lo que hace falta. El Maratón es una oportunidad para la redención. Oportunidad, porque el resultado es incierto. Oportunidad, porque es algo que solamente vos podes hacer que suceda.

No hay ningún tipo de suerte en terminar un Maratón, los ingredientes necesarios para completar este formidable desafío son bastante obvios: compromiso, sacrificio, caracter y determinación pura. Simple y claro.

Entonces comienzas el entrenamiento para preparar tu cuerpo para el rigor que implica correr 42 kilómetros. Te niegas a hacer compromisos débiles, dedicándote con todo el corazón hacia lo que viene, dando todo lo que tenes. Pero en el fondo sabés que El Maratón va a requerir incluso mas. En las oscuras profundidades de tu mente, una voz pesimista dice no podes. Hacés tu mejor intento para ignorarla, pero la voz no se va.

El Maratón te sacude hasta el núcleo. Deconstruye toda tu esencia, desarma todas tus barreras de protección y expone tu alma. Cuando estas mas vulnerable, El Maratón no muestra piedad alguna. El Maratón te avisa que va a lastimarte, que te va a dejar desmoralizado y derrotado, arrugado como un bulto al costado del camino. El Maratón grita que no vas a poder, "Ha!" te atormenta, "En tus sueños..."

Pero le plantas batalla, y te paras en la linea de largada, esperando nervioso que el reloj se ponga en cero. Y cuando eso sucede, agachás la cabeza y marchas hacia el abismo, cargando con la honestidad de saber si hiciste los deberes o si te salteaste alguna tarea en el camino. No hay forma de mentirse en este momento, El Maratón descubre todas tus excusas, todos los atajos, todas las transgresiones.

Todo va bien durante la primera mitad. Pero lentamente, paso a paso, el dolor se incrementa y la intensidad del desafío se amplifica. Te mantienes constante, sabiendo que no te salteas nada, que cada paso es el fruto de meses de rigurosa preparación y trabajo duro. Aún así, cada paso te drena un poco y la duda se aprovecha de eso para avanzar progresivamente en tu conciencia.

Y entonces, en el kilómetro 32, la voz empieza a gritar mas fuerte que nunca. Duele tanto que querés parar. Tenés que parar. Pero no paras. Esta vez ignoras las voces pesimistas que te dicen que no sos lo suficientemente bueno, y solo tenés oídos para la pasión en tu corazón. Este ardiente deseo te dice que sigas adelante, que sigas poniendo un pie delante del otro sin importar las consecuencias.

El coraje viene en muchas formas. Hoy vas a tener el coraje para seguir adelante y no abandonar sin importar de cuan cuesta arriba se pongan las cosas. Y vaya que si se van a empinar. En el kilómetro 40 apenas podés ver el circuito, incluso tus ojos empiezan a fallar mientras te alanceas en el borde de la inconsciencia.

De golpe, la línea de meta florece delante tuyo. Las lágrimas fluyen por tu cara al darte cuenta de que quizás lo logres. Ahora, finalmente, luego de años de tormentos le podes contestar nuevamente a esa molesta voz de la inseguridad con un contundente Oh si, claro que puedo!

Arremetes contra la línea de llegada y te liberas de esa prisión de dudas y limitaciones que te tuvieron cautivo. Aprendiste mas de vos mismo en los últimos 42 kilómetros que en todo el resto de tu vida. Te liberaste para siempre de las cadenas que te ataban. Incluso si después no podes moverte por una semana, nunca estuviste mas libre.

Te alejas de la llegada, envuelto en esa delgada manta plástica, con la cabeza apenas en alto y en estado de paz absoluta. Ese dantesco adversario que te persiguió durante toda la vida es ahora quien te libera, tu aliado mas preciado. Has lo grado lo que muy pocos alguna vez logran y lo que vos mismo pensaste nunca podrías hacer, y es el despertar mas glorioso e inolvidable que vas a tener.

Nunca vas a usar esto como distintivo, ni mostrar en público la medalla que te pusieron en el cuello, solo lo vas a llevar en tu corazón, por el resto de lo que te quede de vida. Nada ni nadie puede arrebatarte esto. Ahora sos un Maratonista.




Este texto es una traducción/adaptación de
"The Marathon", escrito por Dean Karnazes.
Publicado originalmente
en revista Runner's World el 1/5/2014,
sección "Dan's Blog".